Nair ANAYA

LA OTREDAD DEL MESTIZAJE: AMÉRICA LATINA EN LA LITERATURA INGLESA

Una sensación parecida de fatalidad e inevitabilidad determina las historias de “El ombú”, donde la relación entre los violentos rasgos regresivos de los personajes y la influencia dramática del paisaje quedan simbolizados en el ombú, un árbol que tiene connotaciones ominosas en el folklore argentino. En  Allá lejos y hace tiempo Hudson describe la importancia que tiene el árbol en la región, donde “servía en la gran llanura monótona como un gran mojón y también concedía sombra refrescante para el hombre y el caballo en verano”. Estos eran quizás sus únicos prácticos, pues no servía para leña y sus hojas eran venenosas por lo que sólo podían ser empleadas por un “médico nativo o  yuyero” en un paciente que requiriera de “un remedio violento para su malestar”. Puesto que muchas supersticiones se relacionan con el ombú, Hudson también lo considera “en sí mismo un romance” y en el cuento trasciende su significación geográfica y tradicional para convertirlo en el símbolo del destino trágico del hombre.[1]40

El método narrativo de Hudson en “El ombú” – dónde emplea la sensatez y sabiduría del viejo Nicandro, “el anciano a quien todos amábamos escuchar, pues recordaba y podía narrar perfectamente la vida  de cualquier persona que hubiera conocido en su pueblo natal – [2]41tiene, una vez más, cierto paralelismo con Corazón de tinieblas; pero a diferencia de Marlowe, Nicandro no intenta explicar ni comprender las fuerzas físicas y morales detrás de los eventos trágicos, simplemente los relata en un registro uniforme e inalterable.

El éxito de la estructura narrativa y simbólica del cuento radica en la forma en que Hudson maneja esa esta presentación en apariencia llana y simple.

Con más sutileza que en La tierra purpúrea, Hudson estructura la anécdota alrededor de importantes acontecimientos históricos que, de cierta manera, representan la dramática transformación social de la Argentina del siglo XIX. Resulta significativo señalar que Hudson escribió La tierra purpúrea poco después de su llegada a Londres en 1874, cuando todavía era patente su frustración y desilusión por el modo de vida y los valores de los ingleses. El acriollamiento de Lamb y su abierto rechazo a la política y las costumbres y creencias británicas representan un ataque directo y consciente contra una sociedad que, según él, lo había rechazado. La experiencia de sentirse rechazado por ser considerado un individuo “exótico” queda de manifiesto en el título original de la novela: La tierra purpúrea que perdió Inglaterra. En “El ombú “evita la mediación de un narrador extranjero para explorar en forma directa los valores representativos de una sociedad rural en proceso de cambio.

Así, “El ombú” puede leerse como  la historia completa del gaucho, quien aparece primero en su momento de plenitud, representado por la productiva estancia de Don Santos Ugalde, un patriarca de la pampa. Después, el gaucho aparece durante el periodo en el que es reclutado para pelear en la guerra de exterminio contra los indios y abrir fronteras.

Para terminar, la destrucción de su forma de vida y su desplazamiento final a causa del vasto proceso de modernización que afectó la región quedan simbolizados en la demolición de la casa con el objeto de emplear “el material que se necesitaba para construir un edificio en la aldea”.

La decadencia de la estancia tiene su contraparte en la trágica historia de su dueño, cuyo carácter noble, fuerte y valeroso tiene los defectos de la arrogancia y la crueldad.  Estas fallas se ejemplifican en la forma despiadada que trata a su esclavo favorito (y que culmina con el asesinato de éste) y que, en última instancia, se convierte en la razón de su caída. Después del asesinato, logra escapar y muere desquiciado, años después, en Montevideo, soñando con su regreso a Chascomús. Después de su muerte, la estancia se va destruyendo en forma gradual, continuando así con la fatalista tradición que se asocia con el ombú: “Dicen que la tristeza y finalmente la ruina caen sobre la casa que está a la sombra del ombú (…) Dicen, también, que aquellos que se sientan mucho tiempo a la sombra de un ombú enloquecen”.

Estas oraciones emitidas por Nicandro al principio de su narración, establecen un principio de sabiduría colectiva de la que él, como cuentero, es sólo el portavoz. Sin embargo, Nicandro nos recuerda que la inevitabilidad de la muerte no está restringida al gaucho, sino que es un fenómeno universal: “Es verdad que la mala fortuna finalmente llegó a la antigua casa; pero  la tristeza y la muerte deben entrar en todas las puertas, la tristeza y la muerte que le llegan a todos los hombres; y cada casa debe caer al final”.[3]42

Los acontecimientos de “El ombú” están marcados por una extrema “conciencia del pensamiento de la muerte” que, según Walter Benjamín constituye “la confirmación de todo lo que narra el cuentero, quien ha adquirido su autoridad de la muerte. En otras palabras, sus historias se remontan a la historia natural”. [4]43

La “conciencia del pensamiento de la muerte” define la historia de la familia que ocupa la estancia después del fallecimiento de Santos Ugarte. Valerio de la Cueva, que había sido muy rico, espera encontrar la paz en la pobreza y la sencillez del campo.

Como le dice alguna vez a Nicandro, “no existe la política bajo el ombú, no hay ambición ni intriga ni animosidad, no hay amargura más que en las hojas verdes”. Sin embargo, la fatalidad asociada con el ombú -sugerida ya en la caída de Santos Ugarte- adquiere con Valerio (y después con Bruno, su hijo) una mayor dimensión, que trasciende el campo de la influencia del ombú pues, como afirma Nicandro con sensatez, “cuando la mala fortuna ha elegido como su presa a un hombre, lo seguirá hasta el final, y él no podrá escapar aunque suba a las nubes como un halcón o se entierre bajo el suelo como el armadillo”. [5]44

Estas imágenes que traen a la mente la tragedia del Cónsul en Bajo el volcán, de Malcom Lowry, establecen el registro que predomina en el cuento. Una vez más, existe una tensión entre la pesadumbre que siente Hudson por la desaparición de una forma de vida natural y su enfoque evolucionista, que acota su atracción por el primitivismo. En “El Ombú” y en “ Marta Riquelme” esto se manifiesta en el tratamiento que hace de los indios de la pampa, pero es aún más evidente en la representación de los indios primitivos de Guyana en Mansiones verdes (1904), donde parecen descritos en términos claramente racistas -algo poco usual en Hudson- y encarnan al mal. En “ El ombú”, el ritmo uniforme de la narración de Nicandro trasmite ese aire de pesar, que según Walter Benjamín, debe caracterizar a los cuenteros, quienes afirman que “ la época en la que el hombre podía creer que estaba en armonía con la naturaleza, ha expirado”.[6]45 No obstante, al mismo tiempo la violencia irracional que se incrementa durante la narración impide que haya una aceptación genuina de la supuesta simplicidad de la vida en la pampa (tanto por parte del lector como de Hudson mismo) .

El destino trágico de Valerio de la Cueva y de su hijo Bruno también ejemplifica la contradicción ideológica de Hudson. Ambos son víctimas de lo que Hudson consideraba como la perversidad del proceso de modernización en Argentina. Cuando Bruno es todavía un niño, Valerio es reclutado para defender la frontera sur de una invasión india.

Muchos meses más tarde se cumple la misión, el exterminio de los indios. Sin embargo, a los soldados se les paga muy poco y cuando Valerio, como portavoz de sus compañeros, pide que se haga justicia, es azotado por el Coronel Barboza, y mueres unos días después. Años más tarde la historia se repite, Bruno es reclutado por el mismo Barboza, quien ya es general. Al enterarse de que Barboza fue quien asesinó a su padre, Bruno intenta vengarse, pero también muere a manos de éste. Sin embargo, ni la muerte de Valerio ni la de Bruno son consecuencia directa del proceso civilizador del gobierno, sino de la brutalidad irracional de Barboza, quien encarna la regresión a las fuerzas oscuras de la naturaleza.

Poco después de matar a Bruno, (y presumiblemente como resultado de esa acción), Barboza cae víctima de una extraña enfermedad (…)

[1]             W.H. Hudson, Allá lejos y hace tiempo, pp. 197-198,
[2]             W.H. Hudson, “El ombú”, en El Ombú and Other South American Stories, p. 1.
[3]             Ibid. pp. 51-52, 2,
[4]             Walter Benjamin, “The Storyteller”, en Illuminations pp. 93-94,
[5]             W.. H. Hudson,  “El ombú” , en El Ombú and Other South American Stories, p. 1
[6]             W. Benjamin, op cit., p. 97.

 

ANAYA FERREIRA, Nair María. (2001) Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México